
... Me convocan el otro día en MADRID para una entrevista de trabajo. Acudo a sus oficinas. Se trata de una empresa innovadorísima, que ha fabricado unas cacerolas que permiten cocinar sin agua. Son tan increíbles que el cliente tiene que desembolsar 2.400 euros de nada para que su vida cambie para siempre.
Cuando me comienzan a explicar todo pinta de maravilla. Mis clientes serán más sanos, vivirán mejor. Ahorrarán una pasta en electricidad y agua.
Ante tantos beneficios para el cliente, ardo en deseos de saber cuáles serán los míos... Asqueroso materialista de mí. Yo que pensaba que me ganaría un sueldo... Esta empresa es tan maravillosa, y yo tan desgraciado que me está ofreciendo, no un sueldo por mi trabajo, sino la oportunidad, LA GRAN OPORTUNIDAD de trabajar seis meses de nada a prueba con ellos (sólo queremos a los mejores, chico) y si lo hago bien... ¡¡¡me regalan las cacerolas!!!
Tan orgulloso está el pez gordo comercial de la suculenta oferta que me está haciendo, que no consigue entender que me vaya y menos aún que no me interese la oferta. ¿Me estaré convirtiendo en un cochino materialista?