viernes, 14 de febrero de 2014

... O la vida de un actor en RUMANÍA ( y V)


... A la manera de los grandes entre los grandes, los fénix de los ingenios, los maestros de las letras, hago hoy metateatro, literatura dentro de la literatura, metablog, dentro de mi blog. Me siento en la recepción de mi hotel, para hablar de mi hotel... Todo un universo.
Lo primero que voy a decir, es que hemos tenido suerte. Se trata de un sitio con encanto, limpio, cómodo, y mi suerte es doble, pues tengo en FRAN un compañero de habitación excepcional. Hasta la fecha, cero problemas, un tío de los que ya no quedan...
Todas estas buenas palabras del hotel, en fin, podrían frustrarse con una sola visión.  Es habitual en nuestras llegadas de madrugada (de rodar, no me malpenséis) encontrarse al personal de recepción dormitando en los sofás, pertrechados por tan sólo una delgada manta. La imagen choca. Si ya le añades al gordo que suele dormir en la planta segunda (la nuestra) en un lúgubre sofá... Vaya, que si quisiera provocar bajas de un infarto le bastaba con levantarse a lo vampiro. 
Simpáticos, simpáticos... Después de casi ser apuñalado por darle los buenos días a la señora de la limpieza de nuestra planta, me di cuenta de que no lo eran del todo.  Es mejor cruzar las palabras justas; a veces hasta un gesto cortante les vale.
Eso sí,  hay quien derrocha simpatía y bondad por los cuatro costados, y es el loro. Ubicada su jaula al pie de las escaleras, el tío no para, siendo cada mañana la alegría e hilo musical del hotel. Ya nos hemos hecho amigos, y me saluda cuando me ve, y tenemos conversaciones, y eso incluso ha ablandado a las recepcionistas, que ya se ríen al vernos hablar...
Mi hotel es el lugar donde escuchar todos los días la LAMBADA. Tienen un disco, en el comedor, que da la vuelta y se repite invariablemente. Lunes, sábado y martes, cena, café y desayuno...
Desayuno que consiste en un trozo de queso salado, dos de queso sin sabor, jamón de york, salami, la deliciosa mermelada que hacen en RUMANÍA y, un huevo frito los días pares, o tortilla los impares.
Un hotel de repetición, sí. Yo repetiría...



lunes, 10 de febrero de 2014

... O la vida de un actor en RUMANÍA (y IV)

... Quien tiene un tiene un amigo, tiene un tesoro. Quien tiene como tal a RADUCU MARIAN, puede colarse impunemente en el escenario del TEATRUL NATIONALE ROMANESCA. La operación es como sigue. Se va a la puerta trasera. Se pasa el torno aprovechando la ausencia de vigilancia. Y cuando ésta aparece, se le dice que vamos a COSTUME, a probarnos unos trajes. El resto es sencillo. Saludar con aplomo a cuantos nos crucemos por el camino (empleados, obreros, algún actor despistado...), patear los interminables pasillos como sabiendo a dónde ir... y eso te deja en los camerinos de los artistas... y en el mismo escenario. Pero... ¡¡¡cuidado!!! Feroces técnicos de mantenimiento merodean el lugar armafos de llaves inglesas y estrangulantes cintas métricas. Lo mejor es salir por una puerta que da directamente del escenario... a la jodida calle (cuando quiera hacer una aparición estelar en el teatro rumano ya sé qué puerta abrir), pero no, un albañil custodia las nevadas escaleras de bajada (¡¡¡ y tiene una pistola de silicona!!!)... Así que es mejor volver por los pasillos, serpentear y salir por el museo como si tal cosa, no sin antes mirar todo con inusitado interés... MISIÓN CUMPLIDA. 
... Y es que estos días llevamos el buen rollo puesto. Que se lo digan a los operarios de la excavadora. Después de hacerles una foto se giraron hacia mí y vinieron corriendo a recogerme con ella. El resultado es esta foto, que bien podría ser profética de cómo me sacan del país. 
   Estoy realmente feliz. Me gusta mucho BUCAREST, y creo que en gran parte se lo debo a eso. Encontrar un amigo es algo extraordinario.
   MULTUMESC, RADU...

viernes, 7 de febrero de 2014

... O la vida de un actor en RUMANÍA (y III)

... Ya llevo unos días de pateadita por esta ciudad, los suficientes como para poder hacer un resumen de las cosas que he ido viendo. Puedo resumirlo en cinco letras NIEVE.
 La nieve fue la protagonista del primer lugar en el que me sumergí. Cerca del hotel, pegado al plató, tenemos un pequeño cementerio; lo vi de camino al rodaje y con la nieve me pareció sugerente. No me equivoqué. Pasear por las lápidas heladas me trasladó a otra dimensión, el silencio era intenso, como queriendo respetar los diálogos que podrían estar desarrollándose de tumba a tumba. Sólo el sonido de algún cuervo, escalofriante, interrumpía la paz.
   El contraste con los ritos funerarios a los que estamos acostumbrados los españoles no pudo ser más bestial. Una MERCEDES VITO, antigua, de obra, con sus operarios de obra, un ataúd prácticamente de obra y una pequeña capilla con dos nuevos inquilinos velados por un mismo abuelo. Sobrecogedor.
   Pasamos del silencio sepulcral al tránsito rodado. BUCAREST es una ciudad grande, al estilo europeo. Me comentan, incluso, que es la única ciudad de ese estilo en una RUMANÍA más rural. Es una gran capital, con edificios de tamaño monumental y corte clásico, de aspecto grandilocuente de su época comunista. Tiene sus zonas animadas y con mucho bullicio, como todas las avenidas que bordean el casco viejo, una especie de GRAN VÍA con muchas cosas para ver. Contraste brutal si te introduces en un mercadillo de barrio. Entrar allí es una mezcla de sensaciones, como hacerlo en un mercadillo árabe, con sus vendedores cantando sus mercancías, su bullicio, sus abuelas con pañuelo a la cabeza llenando los bolsos...
... Pero volvamos a la paz. Nieve y más nieve. Salí de la BISERICA CREJULESCU (ahora os hablo de las iglesias típicas de aquí) hasta el PARQUE CISMIGIU. Allí se acabó la visita. Me cautivó. Tanto que tuve que pasear, pasear y pasearlo durante horas. Se respiraba tanta paz, y tanta pureza en el aire... Fueron horas y horas caminando en círculos (y nunca mejor dicho, por entre el círculo que forman las estatuas de los grandes de la literatura rumana), asistiendo a partidas de ajedrez jugadas en mesas tablero, y disfrutando de paseantes tan simpáticos como estos...
... Un momento casi divino... Hablemos de las iglesias ortodoxas. Son, sencillamente, otra movida. Uno llega a entender el cómo en aquella época explicaban a los creyentes la historia de su religión. Son reductos de color, de alegría, los colores son vivos e intensos, y por todas las paredes se narra la vida del Creador, no queda ni un trozo vacío. Tanto color y las reducidas dimensiones que suelen tener, hacen de estas capillas un lugar acogedor, fresco, en el que apetece estar. Algo así como el cine para los fieles de la época...
... Tengo más. Mucho más. Pero esto ya se nos está haciendo largo. Esta noche, en las interminables esperas del rodaje, os cuento mis primeras fechorías (que las hay, y gordas, por aquí...)


martes, 4 de febrero de 2014

... O la vida de un actor en RUMANÍA ( y II)

... Estoy perdiendo facultades. Sólo así se explica que en mi entrada de ayer no os contara lo especial que fue para mí el vuelo. Y es que, sobrevolar en espacio de veinte minutos ZARAGOZA, LLEIDA, SABADELL, y BARCELONA, cuatro ciudades en las que he vivido, fue un hermoso recuerdo.
Ayer ya escuchamos ACCIÓN. En rumano suena como en inglés. Lo esperado. Profesionalidad absoluta del equipo que trabaja aquí, desde el director hasta al sonidista. Serios, parcos, silenciosos,  eficaces. Espero que alguien nos dedique esas palabras algún día. Rodamos sobre la nieve, con unos temblores de frío que hubieran hecho estar orgulloso al mismo STANISLAVSKI. Nuestro debut en el cine rumano se vio interrumpido por dos incidentes; una salida de trabajadoras de una fábrica textil del callejón donde rodamos (portazo en las costillas a mi compañera EDURNE incluido), y una serie de improperios dedicados por el conduxtor de un vehículo en la calle donde se grabó,  al no poder pasar. Me pareció escuchar claramente en rumano "TIRADPALLÁCONLACÁMARADELOSCOJONES".
Ayer vivimos lo mejor y lo peor. Y es que después de la escena de la nieve, una amiga de producción nos dejó su apartamento para rodar, pero no sólo su apartamento; su simpatía, su calor, unos tes y un exquisito dulce...
La mañana fue pintoresca, de compras con el equipo para mi personaje. Fuimos a un centro comercial, un antiguo SHOPPING MOLL, vestigio de la época comunista. La globalización llega, y fue como estar en LA GAVIA... pero con precios en rumano.  Eso y el loro del hotel lo más destacable.
Un buen día el de ayer, en el que me gané el pan y el pescado. Y no sólo por mis cualidades artísticas. Tener que empujar la maquilladora y yo un coche atascado en la nieve con toda nuestra mala hostia para volver al hotel después del rodaje, son cosas que abren el apetito.
Hablando de apetito, me espera el desayuno. Buenos días...


lunes, 3 de febrero de 2014

... O la vida de un actor en RUMANÍA (I)

 ... Recojo este blog por unos días, mientras dura la aventura. Hay dos aventuras aquí; la humana y la cinematográfica. Como espero que todos llenéis las salas de los cines, aquí hablaré de mis experiencias por este país.
   Tras el primer encuentro en el aeropuerto, ya se notaba que veníamos con la moral alta y ganas de pasarlo bien. Os lo podrían corroborar la chica de los perfumes a la que he jurado amor eterno en el DUTY FREE o el atónito dependiente al que le hemos sacado una degustación de whiskys antes de embarcar.
   RUMANÍA ha sido honesta. Nos ha dado ni más ni menos lo que esperábamos de ella. Nieve. Frío. Hemos alucinado al ver los montículos de nieve cubriendo las ventanas del aeropuerto.
   Allí ha venido a recogernos ALEX, un chico encantador que bien podría trabajar como doble de FELE MARTÍNEZ. Parte de su encanto ha residido en no utilizar GOOGLE MAPS. Porque estoy convencido de que del aeropuerto al hotel se podía ir por muchos más sitios, pero él nos ha traído por el centro, lo cual nos ha permitido tener una primera impresión de la ciudad, con sus imponentes edificios comunistas, sus calles desiertas, una mezcla entre comunismo y globalización (edificios ministeriales enfrente del PULL AND BEAR, carteles de IKEA e inmensas avenidas). Contrastes. Y estampas impresionantes, como bancos encajados y coches enteros sepultados bajo enormes montículos de nieve.
   Tenía nuestro director una fama de hombre severo y estricto. Lo corrobora una primera impresión, es un hombre serio, con aspecto exigente, con cierto aire de hombre criado en el comunismo y la disciplina. Pero había en la mesa cinco botellas, cinco, de vino francés. Y nos hemos reído. Y hemos hablado. Y hemos debatido, mucho, los actores somos de los seres más pesados sobre la faz de la tierra. Y nos hemos divertido, mucho, con él y con CLAUDIA, que no parece seria, sino que tiene una sonrisa y una amabilidad muy agradecibles en quien es tu productora.
   Cinco horas, cinco, en torno a la mesa. Una por botella. Y la primera cena rumana. Y creo que voy a tener suerte. Se come bien en el hotel. Una especie de sopa de una especie de callos, plato típico de aquí. Pollo a la brasa. Parece que voy a poder seguir comiendo con cierta ligereza y no recuperaré todo lo que tanto tiempo me ha costado perder.
   Mi primer paseo nocturno después de cenar. Me vengo arriba. Sin las mallas térmicas. Sin jersey. Sin guantes. Pero con mis botas humildes de borreguillo, compradas a precio de risa en el barrio de TORRERO, mi cuello de pelo y mi abrigo he llegado de vuelta al hotel con frío, pero no helado, y con los pies secos y calentitos. Aunque para calentito el hotel. Ver a mi compañero canario resoplar de calor inspira confianza.
   Más después de haber ubicado ya mi barrio en la ciudad, y haber encontrado la parada de metro que me acercará al centro (PIATA SUDULUI, para los que gustéis de investigar).
   Eso y haber visto que el MADRID no coge el liderato de la Liga, y que aquí televisan los partidos españoles con total naturalidad.
   No todo son buenas noticias. Nos piden de la productora que no salgamos de BUCAREST. Aquí las carreteras se pueden cortar por la nieve en cualquier momento. Adiós a mis días solitarios por TRANSILVANIA. Habrá que volver a este país. ¿Qué tal para el estreno?