domingo, 25 de febrero de 2018

Millonario yo soy...

... Acabo de hablar con un pobre. Pero un pobre de verdad. Venía en el metro, sentado en el escaso asiento que dejaban libres los despatarradores profesionales (otro día os hablo de ellos).
   El caso es que enfrente de mí venía un individuo sucio, malcarado. En un cambio de parada se ha sentado a mi lado. Casi inmediatamente después, la chica que ocupaba la otra posición contigua a él se ha levantado y se ha puesto de pie, lejos.
   -"Debo de oler fatal, o algo." - decía mientras me miraba. Como no me he atrevido a desmentirle, ha cogido confianza y ha iniciado una conversación.
   - "Me la pela" - decía, pero sus ojos delataban tristeza. -"Yo soy una persona sencilla. Lo único que pido al mundo es pasármelo bien, de vez en cuando".
   Y como sea que me ha dado por preguntarle qué haría para pasárselo bien, he quedado conmovido con su respuesta.
   - "Tengo cincuenta años. Mi mujer cincuenta y seis. Vivimos como podemos, aunque no siempre nos sobra el dinero. Cuando podemos nos gusta darnos un homenaje. No quiero grandes cosas de la vida. Un buen bocadillo, una conversación, un rato con algún amigo. Poco más me gustaría. El sexo está sobrevalorado. Menos mal que puedo hablar contigo. No vas a escribir un libro de esto."
   Un libro no. Pero sí me han dado ganas de escribir. Por lo menos, de decir que qué señal ésta. Porque simplemente volvía a casa después de un simple bocadillo, y una charla con buenos amigos. Y justo venía pensando, sintiéndome viejo, meditando qué hacer con mi vida, pensando que hace más de una década que conozco estos vagones ya.
   Y entonces aparece un desconocido y te dice que anhela el tesoro que tú acabas de disfrutar. Y se baja del vagón, y te ha dado lástima no haberle abrazado y haberle dado las gracias.