domingo, 18 de marzo de 2018

Hay una Barcelona que se perderá...

... Paradójicamente escribo desde Córdoba. Una hermosa ciudad. Y allí entré ayer, con mi madre, en una taberna de azulejos, rincón de tertulia y botellas. Unas botellas que había en el fondo de la barra, llenas de polvo y alguna telaraña. Se asomaba Arteche, Schuster en su etapa del Atlético, algún escudo de otra etapa. Pregunté al camarero, cuánto tiempo llevaban esas botellas. -"Yo entré aquí a trabajar hace treinta años, y ya estaban".
   Hace poco pasé por Santiago de Compostela. Me lancé como un poseso en busca de mis recuerdos, pero había cambiado. En las rúas que rodean la catedral apenas quedan tascas. Son todos bares de hipsters, de tapas de diseño, de peregrino de instagram y coche de apoyo.
   Sé que con esta publicación me jalono directamente como un obsoleto carroza. Pero estoy en un momento de mi vida que casi me da igual. ¿A todos os ha pasado que llega un momento que preferís un bar de viejos a una discoteca?
   El otro día pasé una tarde deliciosa. Un buen bar de SANT ANTONI, charlando con RAMÓN y JOSEP (los nombres son inventados). Tertulia futbolística de cada lunes. Y como no sé estar callado, me tuve que implicar. Y hablamos de la Barcelona de sus juventudes. Una Barcelona en blanco y negro, con huertas en las que se celebraban improvisados partidos de fútbol, donde ahora queda la Diagonal.
   Me vinieron a la cabeza fotos y fotos en blanco y negro. Fotos con un sabor y una personalidad ahora perdidos. También siento mucha nostalgia de las fotos amarillas, otrora en color, que guarda en un armario mi mamá. Fotos de monumentos envejecidos, con un sabor y un aroma que a día de hoy es difícil de evocar. Porque antes las fotos eran eso. Capturas de sabores, recuerdos, aromas. Ahora la foto es otra cosa. La mezquita de Córdoba, cualquier hermoso patio, es sólo un fondo a unos morros, a una pose meditadamente estudiada, desenfadada y homogénea. Todas las mujeres son la misma en instagram. Al fondo, la Mezquita digital, ignorada, mero pretexto de pose. Quedó atrás. Antes te sacaban la foto mientras respirabas el ambiente de cada lugar. Ahora son todo posados, lo importante es la foto y corre, que quedan dos monumentos más por subir.
   Es jodido hacerse viejo. Me gustaría estar en un bar, y tener una charla horas y horas. Ahora quedamos en los bares, en las mesas, para mirar nuestros wasaps. No hay mejor manera de estar cerca de uno que estando lejos.
   Me duele ver cómo nos despersonalizamos. Pasear por el CARRER MAJOR de LLEIDA, por la CALLE LARIOS de MÁLAGA, por la CALLE PRECIADOS de MADRID. Es pasear por la misma. Kate Perry, Calzedonia y gente vestida igual. Asusta pensar que el capitalismo más radical acaba creando los paisajes más comunistas. Son las 16:15. Juega el BARÇA. Me voy al bar.
 

lunes, 12 de marzo de 2018

Hellville Deluxe

... Siempre he pensado que la belleza de una amante es un dato superfluo. En el fragor del amor, en el cuerpo a cuerpo más íntimo, se esta tan cerca de la persona amada que el cuerpo físico se diluye y se pierde la visión.
   Algo pasa cuando se viven las mejores etapas de la vida de uno. Cuando la felicidad es tan plena, viene con tan naturalidad que puede que uno no sea consciente de vivirla.
   Algo así he pensado hoy. De noche cerrada, por EL PUERTO DE SANTA MARIA. Al fondo las luces de Cádiz. Mañana actuamos allá. Toda la vida soñando una vida de actor. Giras. Viajes. Textos bonitos que tener en pie. Y aqui está. Y como los sueños son sencillos, hay que pararse a disfrutarlos, porque no suelen sonar violines.
   Así que, gracias, vida. Por parar de vez en cuando y en lugar de violines regalarme el rugido del mar.