lunes, 10 de febrero de 2014

... O la vida de un actor en RUMANÍA (y IV)

... Quien tiene un tiene un amigo, tiene un tesoro. Quien tiene como tal a RADUCU MARIAN, puede colarse impunemente en el escenario del TEATRUL NATIONALE ROMANESCA. La operación es como sigue. Se va a la puerta trasera. Se pasa el torno aprovechando la ausencia de vigilancia. Y cuando ésta aparece, se le dice que vamos a COSTUME, a probarnos unos trajes. El resto es sencillo. Saludar con aplomo a cuantos nos crucemos por el camino (empleados, obreros, algún actor despistado...), patear los interminables pasillos como sabiendo a dónde ir... y eso te deja en los camerinos de los artistas... y en el mismo escenario. Pero... ¡¡¡cuidado!!! Feroces técnicos de mantenimiento merodean el lugar armafos de llaves inglesas y estrangulantes cintas métricas. Lo mejor es salir por una puerta que da directamente del escenario... a la jodida calle (cuando quiera hacer una aparición estelar en el teatro rumano ya sé qué puerta abrir), pero no, un albañil custodia las nevadas escaleras de bajada (¡¡¡ y tiene una pistola de silicona!!!)... Así que es mejor volver por los pasillos, serpentear y salir por el museo como si tal cosa, no sin antes mirar todo con inusitado interés... MISIÓN CUMPLIDA. 
... Y es que estos días llevamos el buen rollo puesto. Que se lo digan a los operarios de la excavadora. Después de hacerles una foto se giraron hacia mí y vinieron corriendo a recogerme con ella. El resultado es esta foto, que bien podría ser profética de cómo me sacan del país. 
   Estoy realmente feliz. Me gusta mucho BUCAREST, y creo que en gran parte se lo debo a eso. Encontrar un amigo es algo extraordinario.
   MULTUMESC, RADU...

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