domingo, 23 de mayo de 2010

La Copa, Barcelona, ALSA y el ATLETI...

... Después de estos arreones de felicidad, volvemos a temas más mundanos. Recibo una llamada el jueves de la semana pasada. Unos amigos me han reservado una entradita para la final de la Copa del Rey. Eso supone abrir un pequeño paréntesis.
Un paréntesis a aquellos años en los que, con la ortodoncia todavía reciente, recorría España, Europa, siguiendo a mi equipo... Qué ganas de volver a un partido así, aunque con la bufanda blanquizaul aparcada hasta otra ocasión. Pero me parece digno llevar la del ATLETI.

La final de la Copa es el partido más bonito del año. La ciudad donde se juega la final es una fiesta. Los colores de ambos equipos invaden tus sentidos, los cánticos (algunos con cierta sorna), no dejan de oírse... Lo mejor son los encuentros. Como encontrarme tomando unas cervezas enfrente de la Sagrada Familia de Barcelona con el hermano del panadero que me vende todos los días. Y lo bonito es eso. Juntarse en la misma mesa camisetas del Sevilla, del Atleti, del Zaragoza...(siempre haciendo patria yo) y del Barcelona.

Barcelona... ése es el otro paréntesis. Desde que dejé de vivir allí he vuelto ya varias veces... Pero ha sido ésta la que me ha venido la nostalgia. Decidí aprovechar la jornada. Madrugar y hacer un viaje en ALSA (qué poco edificante, ANTONIO), para regalarme la mañana allí. Así pude recorrer mi barrio, Montjuic, ver el color del mar... La verdad es que siempre hay cierto debate entre Madrid o barcelona, y me parece ridículo. Como comparar a la CRISTINA ALMEIDA con la NORMA DUVAL (siempre me ha hecho gracia esta declaración que nos hizo en B.U.P. un profe de filosofía). Barcelona es luz. Se vive mucho mejor. Yo no podía dejar de pensar en por qué no nos fuimos allá, cómo sería yo viviendo en un piso en la Barceloneta, frente a la playa, en poder ver cada día a tantos amigos que quedaron allá... Fui a Gràcia y casi no le presté atención a mi amiga, porque tras la cristalera del café pasaba la vida. Me encanta mirar a la gente de Gràcia. Como mi amigo JORDI, al que vi tres años después...

Me he ido del partido. Como el Atleti. Realmente nunca estuvo. Es conmovedora la fe que tienen en ellos sus seguidores. Un equipo que ofrece tan poco, tan poquito. Ganaron la UEFA a base de corazón, pero no pudieron ganar la Copa a base de fútbol. Pero estar en la grada viendo cómo la afición perdedora sigue animando a su equipo al grito de CAMPEONES CAMPEONES es enternecedor. Y alucinante.
Disfruté mucho del partido y del sabor del graderío, de verdad. Aunque tengo un regustito amargo de las dos últimas finales que he vivido en el estadio.

Se acaba el día. Tengo que volver a casa del MIGUE. Ése que sé que sería mi mejor amigo allá. Bajo del metro en DIAGONAL y todavía voy caminando por entre sus calles, Paseo de Gràcia arriba. Recordando a tantos con los que estuve por allí. Pero mañana esperan demasiados kilómetros. Un autobús repleto de roncos aficionados del equipo derrotado. Tres paradas desesperantes. y ocho horas después llego a casa. Hogar dulce hogar. Y dulce recibimiento para mi estómago. Vivo con KARLOS ARGUIÑANO...

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