miércoles, 25 de agosto de 2010
Desde mi sofá...
viernes, 20 de agosto de 2010
LODO, vencedora en NUEVA YORK
Brindo con vosotros, y en breve os cuento cómo me fue por TOULON y cómo salvé a una pobre criatura de morir en una montaña (o eso dice).
jueves, 19 de agosto de 2010
Y junto al río en BROATE, me senté y lloré...
Estaba yo sentado, después de comer, esa ensalada de judías verdes, que sabe a cinco tenedores. Entonces, alguien dijo éste es el paisaje más bonito que he visto en mi vida. Lo miré de nuevo. Los ojos se fueron humedeciendo. A la vez que se deslizaba la primera de las lágrimas se fue dibujando una sonrisa... Allí estaba. La primera. Porque uno tenía ganas, muchas ganas, de momentos así, y ese día volvió a pasar, dos, tres, cuatro veces. La última vez mirando las estrellas y echando de menos a una persona a la que ni siquiera tuve el gusto de conocer.
He descubierto que cuando una persona está en sintonía con el mundo es capaz de percibir las cosas bellas que tiene alrededor. Por eso durante toda la subida no he dejado de ver ranas, sarrios, sapos, flores, aves que hace apenas unos meses me hubieran pasado desapercibidas.
Así, he pasado un fin de semana sintiéndome especial, en una paz maravillosa, disfrutando de cada segundo y de cada AHORA. Algo que, según he leído en el libro del refugio de la montaña, es más que común allí arriba. Así que me quedo con mi montaña, con sus recuerdos, con sus espacios, con sus flores, con sus abrazos, con sus estrellas, con sus ladridos... Me los quedo y me los llevo a MADRID.
Y doy millones de gracias a las personas que te hacen mirar el mundo de una manera especial...
lunes, 16 de agosto de 2010
Francia
Pero hemos hecho más cosas. Más aparte de TOULON, maravillosa ciudad. Entramos en CANNES. Lujo y glamour. Uno puede comer bien en FRANCIA. Y no excesivamente caro, y con cierto toque chic. Nosotros lo hicimos. Mi camiseta de España nos abría puertas. El tío que nos sirvió la comida conocía Zaragoza. Pero no la Pilarica. No el Paseo Independencia. No la Aljafería ni la Ámbar. Conocía el CASINO.
En FRANCIA uno puede enfermar. Suena tópico, pero lo de las francesas es de escándalo. Tú coges un equipo de la zona media de allí, lo traes a España (a LES BORGES BLANQUES, le decía a MERI para picarla) y es el pibón, juega la Champions. Claro que esto tiene sus desventajas, porque yo que en España soy un equipo de zona media alta, casi UEFA, allí tendría serias luchas para no topar con el descenso.
En FRANCIA puedes tomar pastís. Es un aperitivo muy rico. Y marsalá. Por cierto, el lunes que viene hay pastís a las ocho y media en mi piso de Madrid. Esos amigos míos que no usan facebook, pueden utilizar esta entrada como lista de invitados.
En FRANCIA puedes ir a 130 por la autopista, pero no sirve de mucho. Pero lo mejor de FRANCIA es que puedes ir a la ciudad de la que os voy a hablar en breves momentos...
miércoles, 11 de agosto de 2010
Italia
sábado, 7 de agosto de 2010
Que las llaves sean maestras...

Hay epidemia, epidemia de tristezas, epidemia de intolerancia y no saber convivir. No hay entorno en el que me mueva que no haya visto, vivido u oído (y si me apuras casi incluso participado) de una pareja que se separa.
Por eso, si dos personas hoy deciden escribir sus nombres y dejarlos para siempre en el centro de ZARAGOZA, se merecen mi aplauso e incluso mi agradecimiento.
El mundo pasará... Quizá ahora mismo DANI esté paseando con ALICIA, o SANDRA, o MARCOS, qué más dará ya. Quizá estos sueños se hayan roto, no me cabe la menor duda. Pero esos sueños quedarán allí escritos para siempre. Porque un sueño en el momento de formularse es eterno e irrompible. Así que nada de miedo a soñar, nada de arrepentirse por los sueños que no salen... Ten un sueño y habrás creado algo eterno.
Me voy a pasear por el paseo de la Constitución. Me sentaré en un banco. Allí estará mi nombre junto al de otra persona. Me sonreiré al mí mismo de hace tantos tantos años. Y pensaré que ha merecido la pena...
jueves, 5 de agosto de 2010
Ya vivo solo...

El otro día giré la llave, como cualquier día más. Pero no era lo mismo. Al abrir la puerta ya no había nadie, ni lo iba a haber. La casa del gato, el olor a tierra, nada...
Pensaba que me iba a venir abajo, pero me invadió una extraña calma. Enchufé mis altavoces, cogí una cerveza y escuche LA CASA ESTÁ VACÍA, de QUIQUE GONZÁLEZ. No hubo lágrimas. Quizá me extrañó. Pero sí me sentí raro. 31 años después, por primera vez en mi vida, voy a vivir solo. Se me va a hacer raro...