lunes, 26 de agosto de 2013

Unas festes desde dintre...


... Primeras horas de la mañana. Se despereza la PLAÇA DE LA VILA DE GRÀCIA, tras una noche intensa de diversión callejera. En AMELIE, el café de la esquina, el más cuco de la plaza, suenan los acordes de DUNCAN DHU. Se montan las mesas, poco a poco, con el ritmo soñoliento de la resaca.
Yo estoy en ese café. Pero no sentado en la terraza, leyendo un guión o un libro, no tomando café con una preciosa chica a quien llenar de bellas palabras, no con una cerveza para entonar la mañana. No. llevo una camiseta blanca, y estoy montando la susodicha terraza.
Me he traicionado. TRABAJARÉ SÓLO DE ACTOR me dije a mí mismo hace un tiempo. Y, sin embargo, estoy, detrás de la barra, a punto de coger la bandeja, y no me siento perdido. 
No es un paso atrás. La vida traiciona. Te deja en la estacada de un día para otro. Y al día siguiente te dice VEN. Y he ido. Y en una semana he reparado el roto que una decisión ajena a mí podía haber causado a mi bolsillo. Pero no es sólo eso. 
Me siento feliz por mí. Por mi capacidad de adaptación. Por haber cambiado de personaje durante una semana. Y, sobre todo, por todo lo recibido.
Siempre he sentido debilidad por este barrio, por sus calles estrechas y coloridas, por sus fiestas, con sus calles decoradas entre todos los vecinos, y por sus chicas modernillas y guapas, con una sonrisa alegre... Y me he podido sumergir en todo ello.
Momentos para el recuerdo... Ese baile de gigantes en pleno centro de BARCELONA. Cerrar los ojos y sentir que estás en GRAUS, o en CALAMOCHA, y que la cultura popular de ellos y de nosotros es tan cercana... Y, sobre todo, ver los CASTELLS. Vi por primera vez cargar un castillo poco antes de empezar mi turno. Me pareció impresionante. Entré a hacer mi turno con los pelos de punta, y no me enteré de que al descargarse cayó. Cayó y hubo un herido grave. Vi a la misma colla después, al día siguiente, volver a montar, como homenaje al lesionado. Emoción indescriptible.Me he sentido un habitante más del barrio de GRÀCIA. Me han llamado por mi nombre por las calles clientes a los que acabo de conocer, eso cuando no han venido después a buscarme a la salida o me han invitado a sentarme a su mesa. De todas las edades, géneros y procedencias. 
Gracias a todos ellos, a mis jefes y compañeros y a tantas personas que me han dejado un sofá (con o sin gato) y me han hecho desear volver a vivir allí. Ha sido una preciosa semana...

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