lunes, 22 de noviembre de 2010

Momentos de vida...

... Actuar en una corrala cervantina es un privilegio. El otro día acabamos la actuación mi guitarra y yo, solos, ante ciento cincuenta personas, con las torres de ALCALÁ iluminadas bañando de plata la noche. Fue precioso, preciosérrimo.
Allí conocimos a RICARDO. RICARDO vive allí. Su familia, vive allí, desde que se construyó la corrala. ¿Os imagináis salir de casa y ver un teatro cervantino y un pozo? Tiene 91 años. Los martes va al consultorio a ayudar (fue practicante militar durante 35). Los jueves y sábados al baile, con su señora. Los miércoles a natación.
Hoy le he visto asomado a la ventana. Le he pedido hacerle un retrato. El resultado, aparte del retrato, es que ha venido toda su familia. Han posado con una ilusión de niños maravillosa. Después he ampliado la sesión en el salón, donde jugaban al parchís, un salón de casa antigua, antiquísima, donde nunca entrará una tele de plasma, ni leerán jamás esto en la red.
Me han invitado a un vaso de caldo de cocido, delicioso. No lo hacen así en los restaurantes.

He compartido un rato más de la partida, en su casa, y he salido de allí con una sonrisa y un collar de hawayano. Y me he acordado de JESÚS. Otro abuelo que venía en el tren, jubilado, y que dedicó toda su vida a enseñar en el Instituto la obra de CERVANTES, y la ilusión con que me saludó. Yo he vivido de enseñarle, me decía.
Personas maravillosas que te transmiten la alegría de vivir...

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