domingo, 18 de julio de 2010

The memory of trees. Agradecimiento.

... Póngase en casa THE MEMORY OF TREES, de ENYA, si se tiene. Respírese hondo. Casi inevitablemente uno tomará consciencia de estar vivo. De sentirte querido por algo tan maravilloso como el aire, la atmósfera, el presente, la vida... Esta canción me hacía entrar en algo, siempre. En aquel campo de trabajo, en aquellas increíbles oraciones, en las ermitas, en los fiordos noruegos, en la montaña... Siempre me sentí una persona especial. Me llenaba el aire, la belleza increíble de las cosas, sentir algo mágico a mi alrededor.
El viernes, esta canción vino a mi cabeza. Respiré hondo. Miré ese paisaje delicioso en frente del cual yo, Jorge Andolz, toda la vida soñándolo, iba a actuar. En un festival más que decente. Busqué a una compañera y se lo dije. Sé que estaré completamente bien cuando sea capaz de ver esto y llorar de felicidad. De emocionarme, como siempre he hecho.
Sé que queda para eso... Se que todavía estoy frío, helado, con el corazón lleno de arena. Quizá explique muchas cosas. Me pregunto cómo habría sido el día del viernes de no estar mi alma así.
Porque motivos para estar lleno, creo que a nadie le faltaron. Un atardecer precioso, un escenario increíble, una familia sobre las tablas. Gente a la que no puedo dejar de admirar.
Empieza la obra y yo estoy en un pasillo oscuro, bajo las estrellas, y se me ponen los pelos de punta. Pero sé que podría ser mucho más feliz. Me pregunto cómo. Igual cuando paseo de noche por EL ESCORIAL. Ha venido mi primo ANDRÉS. Es maravilloso ver cómo te quieren, como tu madre se gasta 500 kilómetros y muchos euros cada vez que puede... Me considero uno de los seres más afortunados del mundo pero no lo acabo de incorporar a mi cuerpo.
Seguid oyendo ese CD, si podéis. Imaginad la noche y un actor a punto de salir a escena. Soy yo. Y cuando acabe me tirarán bravos, me aplaudirán, y lo que es mejor, recibiré once abrazos preciosos.
Queda un segundo, salgo, ese segundo es magia...
Desaprovecharlo, un mal hechizo.
PD. Al acabar la función, me llamaron por mi nombre. Un señor al que yo no conocía. JAIME. Peregrino, junto conmigo, hace diez años del Camino de Santiago. Guarda una carta mía y un par de fotos. Ahí sí que me emociono de verdad. Me hace poner en contacto con un JORGE que veía a Dios en todas las cosas y que era feliz por cada paso. Quizá los próximos sean para atrás...

2 comentarios:

  1. ... Se me olvidó consignar otro momento cumbre de la noche. El encontrarme con un amigo, uno que fue mi amigo, no uno cualquiera, el mejor de ellos, y que ayer hizo como si no me viera...
    Otro regalo de la vida.

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  2. ... Vale, este comentario es de otro post. Estoy pletórico.

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