miércoles, 2 de diciembre de 2009

Nos queda tanto, tanto...

... Monté el otro día en una de éstas, en BARAJAS. Tienes un lugar al que llegar, pero por el peso de la maleta, el cansancio del viaje, la pura vagancia, te dejas llevar...
Observas y juzgas tu avance. Acabas de subir. Es el principio. Estás más cerca del inicio que de la mitad, que de cualquier otro punto. Pero sin que te hayas dado cuenta, sin haberlo percibido, ese inicio ya está lejos. Has consumido, sin saberlo, parte del viaje, quizá pasas la mitad, ves lo que queda, el trayecto nuevo empieza a ser viejo, coges tu maleta...
Entonces concéntrate. Concéntrate en un punto en el que puedas sentir que estás prácticamente fuera de la cinta. ¿Diez metros? ¿Dos metros? ¿Uno? Tu mente ya está fuera de la cinta, pero por poco que quede, si te esfuerzas, puedes hacer eterno cada uno de los segundos que te quedan en ella. Incluso cuando tu pie está volando en el aire para salir, sigues en ella, y puedes dividir ese minúsculo instante en milloncitos de fragmentos que pueden durar una eternidad, y que pueden parecer eternos.
Aplíquese a un viaje en autobús, cuando estés a punto de llegar. La gente se arremolina, toma sus maletas, sus abrigos, pero el autobús recorre los andenes, frena, recula...¡la de tiempo que queda todavía en su interior!
Aplíquese en nuestro viaje por el mundo. Y quede lo poco que quede, o parezca que lo haga, vívase cada momento con la eternidad que merece. Porque cuando salgas de la cinta, lo único realmente jodido será no haberla disfrutado.

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