martes, 27 de octubre de 2009

Gentuza... (y II)


... Es tan romántico, tan maravilloso, y tan fufuflai, que no entiendo como la novia de ese susodicho no se corrió de placer allí mismo, creando un segundo lago artificial que poder visionar igualmente en la visita, llamarle Lago de la Imbecilidad, y nombrarlo igualmente patrimonio nacional.
La chiquilla en cuestión estará encantada, pero yo lo que le deseo al soplapollas de su novio, es que lleve ahora unos cuernos de aquí a Valladolid, que la tía se la pegue con su padre y su hermano, y encima tenga un hijo hermano a la vez.
Eso para todos los que van haciendo el hortera y jodiendo a los arbolitos para escribir un amor que normalmente suele durar dos telediarios.
Espero que estos pobres tallos de bambú se recuperen pronto. Y que la gente deje de hacer el chorras en los parques naturales...

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