lunes, 20 de abril de 2009

Oda a mis pies

... El otro día lo vi. Un pato valiente, osado y decidido, desafiaba el frío de las aguas del SEGRE y el viento que lo movía de lado a lado, para aterrizar en esas aguas, no muy limpias, no cristalinas para un pato.
Lo volví a ver al volver, del ensayo, ese mismo pato, o con otro apellido, pero la misma esencia de pato, navegando de través, intentando mantener el equilibrio.

Esa tarde decidí aparcar mi coche y acudir caminando al ensayo. Y calle a calle me encontré con patos voladores, niños sorprendentes, olores penetrantes, conversaciones absurdas... la vida, fluyendo a mi encuentro a cada paso. La vida está ahí fuera, dicen, y es verdad. Nos espera.
A partir de ahora utilizaré más mis pies y menos el coche. Ir en el coche es como no salir de casa. Es un recinto cerrado, una prolongación de nuestro reino, y dentro de él la vida no te atraviesa, puede saludarte por la ventanilla, pero no la puedes tocar.
Ahora que llega la primavera, que puedes pararte a jugar con un perro sin morirte de frío, que las flores están más bonitas, las chicas se arreglan más, la sonrisa está más presente, y el sol más calentito, disfrutémosla. Salgamos un poco de nuestro reino, rompamos nuestras corazas y a disfrutar de la vida. Espero que me estéis leyendo con una cervecita al sol...

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