viernes, 25 de diciembre de 2009

Lágrimas de un segurata


... El segurata ve llorar a una pareja, tras el arco de seguridad de la estación. Ella va a subir al tren. Él llora, quiere retener ese abrazo, no perderla de vista más. Cristal amargo separa las manos mojadas de ambos.
Puede el segurata dejar pasar al chico para regalarles un último abrazo. Es Navidad. Puede permitirles que el tiempo sea, si no eterno, sí un poquito más lento, más cálido. Puede darles la oportunidad de decirse esa cantidad de cosas que necesitan, o quizá de callar. Puede darles la última oportunidad de decir un te quiero.

Lo que no puede es hacer que ese tren no salga. Que ese abrazo no tenga que romperse. Que ella no se quede, retenida en su amor para siempre, que ese abrazo no sea venenoso, que sea el último, mortal, que él consiga hacerla feliz...


Los seguratas deberían ser capaces de todo.

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