Gentuza

... Era uno de estos hijos de puta que no están notando la crisis. Le delataba su calva de diseño, afeitada y bronceada, su americana de color (aunque como bien dijo FANY, para tener pasta, podía comprarse otra ropa), su brazo rápido y ágil, cual protagonista de AMERICAN PSYCHO siempre a punto de sacar la tarjeta.

Esta gentuza, a los que nadie les tose porque tienen el dinero y poder, salió el otro día del despacho, de una reunión de negocios (o mitin bisnes, que dicen ellos), con el brifing en la mano, o de zumbarse a cuatro fulanas de lujo mientras sus mujeres cenaban con sus amigas y los visones en un restaurante de la Plaza de Lima (zona que frecuenta la gente de bien de Madrid).

El caso es que esta gente entró, como en una estampida, en el club donde yo estaba (de Jazz, no me sean malintencionados). Entraron, miraron al camarero de arriba abajo, el labio doblado, la voz de triunfador. Ocuparon su mesa y se pusieron a hablar, en el tono que les era necesario para seguir siendo los protagonistas indiscutibles de la noche, no mi amiga SUSANA que cantaba y se desgañitaba intentando hacernos llegar su voz de jazz, sino ellos. Como quiera que a más de uno de la sala nos molestó su actitud, se acercaron a reprobarles, a lo que ellos respondieron hablando en el mismo tono, sin cambiar lo más mínimo, y mirando de paso de arriba abajo también a la señora que les llamó la atención.

Sólo respiró aliviado el camarero, que al adelantarse aquella señora, se libró de la mala pasada de echar la bronca a clientes tan importantes. Y es que es una lástima que con el dinero no se compre el saber estar ni la educación. Voy a ver si me ha tocado el Euromillón...