lunes, 10 de agosto de 2009

Reflexiones ante un emparedado...

... Un hombre camina rumbo a su casa. Al hacerlo pasa por delante de una hamburguesería. No se trata de una cualquiera. Se trata de la que había en la zona de bares que el frecuentaba hace ya más de una década. El sitio donde tantas noches ha cenado, o recenado, o comido con ganas sólo por llenar un castigado estómago. El hombre percibe su olor. Rejuvenece diez años. Desea comerse una hamburguesa. El hombre está a dieta. Hace ejercicio. Quiere tener un aspecto más presentable. El hombre quiere. El hombre no debe.

Si el hombre sigue su camino, con el estómago vacío, pero el alma llena de recuerdos, si sufre una fuerte tentación, pero sabe dominarse y no caer en ella, ese hombre es un sabio.
Si el hombre entra en el restaurante, pide la hamburguesa que más le gustaba, la olfatea, se sienta en un parque, y vuelve a casa con su sabor entre los dientes, si sabe darse un capricho, no ser esclavo de sí mismo, y perdonarse un desliz, ese hombre es un sabio.

Y ahora léalo usted como quiera. Sobre cualquiera de las dos posibilidades habrá místicos y gurús que escribirán libros enteros. Buscaremos un referente, ese personaje tan carismático hubiera pasado de largo, o compraría la hamburguesa, y además unas patatas, y reforzaremos con ello nuestra decisión...Y pensaremos que es la correcta.
Así que quién se atreve a decirte que estás haciendo mal con eso que has decidido. Sigue adelante con tu camino, cómete esa hamburguesa, o hazte una buena serie de abdominales, y deja de leer chorradas como ésta. Que nadie te diga lo que tienes que hacer...


2 comentarios:

  1. PD... me comí la hamburguesa. Estaba de puta madre.

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  2. jajajajaja, yo también lo habria hecho, aunq me subiese el azucar a 500, y lo buenas que estan...

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