sábado, 7 de julio de 2018

Helsinki...

 ... Confieso que me volví algo loco (la verdad es que he perdido la sana costumbre de escribir y todas sus correspondientes habilidades) para encontrar una palabra que definiera a qué huele Estocolmo.
   Pero, si tuviera que encontrar un aroma para Helsinki, la palabra viene sola. Pescado. Helsinki es puerto, barcas y puestos de auténticas delicias en su calle principal. Es una ciudad puerto, con la alegría, los sonidos típicos de músicos callejeros y de gaviotas hambrientas (he presenciado escenas en este muelle dignas de la película de Hitchcock). Así que cuando llegas a Helsinki llegas a una ciudad (casi pueblo, mantiene ese encanto) portuaria. Los cucuruchos de pescado arrebatados por dichas gaviotas a los turistas más despistados y el mercadito interior de madera, donde se juntan en tus sentidos las texturas de madera, cafés, ahumados y alguna especia suave, son su primera y deliciosa bienvenida.
   Esto daría para la primera vista superficial, pero como un mes da para mucho, sé deciros que hay mucho más. Otra característica de Helsinki podría ser el silencio. Si se toma la dirección opuesta al mercadito, nos encontramos con un tranquilo paseo junto al mar, que por si fuera poco está salpicado de parques, que compartes habitualmente con una familia de gansos bastante simpáticos con su torpe caminar. Sería ésta una buena ciudad para retiros espirituales de todo tipo, puesto que si algo se respira en esta ciudad es paz.
   Incluso cuando llegas a la parte del muelle del oeste, la ruidosa y más industrial, no tiene que ver nada con cualquier polígono de España. Y es que aquí entra en juego otra de las características de esta ciudad que te llama poderosamente la atención. ¡Pero qué limpio está todo! Aquí son cívicos, y se nota.
   Luego, la ciudad moderna es curiosa. Está bastante bien organizada, en dos niveles. Las carreteras van por un lado, y mientras tú paseas por las aceras puedes ver por debajo de ti como un corredor bicitonal, limpio, rápido y seguro. Plazas en varios niveles también, con fachadas con escaleras, que sirven de lugar de reunión. Todo muy moderno y cívico.
   Y tiene su arquitectura un toque especial, como de ciudad de cómic, batmaniana.
   Es una ciudad que tiene su toque exótico. Ayuda el llegar a la estación de tren y ver en las pantallas de salidas nombres que evocan viajes que están por venir. MOSCÚ. SAN PETERSBURGO... Apetece marcarse un megaviaje en tren. Pero me temo que la crónica de estas ciudades tendrá que esperar. Mientras tanto, disfrutemos de HELSINFORGS.



No hay comentarios:

Publicar un comentario