
... El actor... ese extraño personaje... Se podrían escribir delicias y delicias sobre el oficio y sus siniestros personajes... pero no oso hacer la competencia a autores como
SHAKESPEARE (lean
HAMLET, por Dios) o
actorasko, que seguro pueden aportar pura literatura sobre mi oficio.
Simplemente, me he decidido a hacer una especie de resumen de los tipos que me he ido encontrando a lo largo de mi devenir por las escenas. Hay gente realmente curiosa, otros pasan más desapercibidos...
Sé que muchos compañeros de profesión leéis estas páginas, por lo que espero que os guste y os identifiquéis con alguno...
a) el iluminado... el iluminado es uno de los actores más frecuentes que se pueden encontrar, y su grado de iluminación es inversamente proporcional a la importancia y trascendencia del proyecto en el que esté trabajando. El iluminado sale al escenario después de hacer ejercicios de calentamiento de voz que despiertan con facilidad a todos los vecinos del bloque donde se encuentre el teatro, hace sus estiramientos en el lugar más visible, por compañeros, técnicos, y hasta espectadores que sacan su entrada. Actúa por generosidad, él sería más feliz picando piedra, pero tiene un compromiso, una llamada, un mesiánico mensaje que compartir con un público que, no lo sabe, pero sin él, sería eternamente desgraciado. Entra en trance al pedir el pan en escena, no vale nada si no es capaz de llorar, sea cual sea la escena.
b) la diva divinitísima... es primo hermano del anterior, aunque tienen sutiles diferencias entre ellos. Para el iluminado, la razón, la esencia, se encuentra en la escena. Una diva tiene la ventaja de poder ser actor, actriz, regalo para la humanidad, en cualquier parte del continente. El bar, su
camerino, la calle... Hay un más allá del escenario, en el que todo el mundo tiene que reconocer su condición de actor, y admirarlo, admirarlo, admirarlo... Suelen ayudarse de un fular, o sombrero, barba de intelectual o camisetas de rayas, calentadores, sonrisa
profidén... Tiene la gran ventaja de que no tiene por qué saber de la vida ni de sus temas de conversación, porque siempre que pueda acabará derivando hacia su oficio, el grande, el único respetable.
c) el que sabe más que el que más sabe... abundante en las escuelas de interpretación. Este personaje siempre está a salvo. La feroz crítica del maestro, el comentario del afamado y prestigioso director, los consejos sabios del compañero, incluso la aceptación o no del respetable... Nada importa. Es una suerte ser actor C, porque así nunca, nunca, nunca, se habrá hecho nada mal. Siempre se tiene defensa. le humillan tanto las críticas o consejos que, por supuesto, se prodiga en darlos y repartirlos a la menor ocasión que pueda, sean o no necesarios o bienvenidos.
d) el happy estupendísimo... es
maravilloso,
chupi,
chuli,
chachi, guay,
requete hacer teatro, osea... Somos todos
super amigos, haremos una cooperativa teatral donde
currar todos, porque nuestras ideas valen, tío, tenemos talento, no como esas mierdas que se ven en los circuitos o en el cine, asco
asquito. Follamos todos con todos, y nos damos
piquitos al saludarnos, porque somos bohemios
super guays.
e) el militante... soy actor. No a la guerra. Sindicalista.
PP fascista. El
PSOE es bueno e invierte en cultura. No soy rojo, soy progresista. Me opongo a todo, sobre todo a los curas, los políticos y esta mierda de sociedad de consumo (
esssspera, que tengo cita en la
pelu). Mola ir a
manifas (mierda, ésta es contra el aborto) y apuntarse a todas...
f) el ilustrado... soy un intelectual, porque no sólo un actor, cualquier ciudadano de a pie debería conocer las sutiles diferencias existentes entre
STANISLAWSKI,
ARTAUD y el jamón de recebo de bellota. Y son unos desgraciados aquellos que desperdician su vida viviendo, que no saben si
austrolopitecus se escribe con h o sin h, o viendo un espectáculo tan burdo como el fútbol, que es de zafios y horteras
horterísimas. g) el raro... trabaja. Es humilde. Sencillo. Sincero. Cuida sus amistades. Buen compañero, da gusto trabajar con él. Piensa en equipo; no necesita ponerse en mitad del foco en el momento del aplauso. Hace horas extras, sonríe a los
compañeros, lleva pasteles a los ensayos, acepta las críticas y sabe hablar de otra cosa después de un gran éxito. Es un gran actor...
llamémosle TERUEL. Existe... pero nadie lo ha visitado más de un mes...