... Lleida, iniverno, tarde oscura. Un Hyunday Accent conducido por un servidor, se abre paso entre sus avenidas. De repente, invadiendo mi carril, un coche de los mossos de esquadra, zigzagueando, esquivando vehículos con la alarma puesta. Decido pararme en una calle para facilitarles el paso con toda mi buena intención... y mi mala pata, puesto que es ahí donde ellos quieren entrar. Así que me como unos bocinazos y unos gestos de chulería.
Les dejo pasar. Ignoro si su importante misión consistía en tomar el café de la tarde o en echar la quiniela de la semana. Les deseo éxito o en la misma y, porque no decirlo, un mesecito de destino en el País Vasco, a ver si la altanería se va rebajando.
Misma ciudad, día siguiente. Actuamos en un colegio de hermanas monjitas, dedicadas al Señor. Entra la monja encargada del local. Nos dice con una cara de sota que te cagas que ahí no podemos montar. Me vuelvo hacia ÓSCAR. Estoy jodido, cada vez peor del oído, porque no le he oído ni buenos días ni nada que se le parezca. Por ahí vuelve, a ver si ha sido cosa mía... Pero su simpatía es tan grande como el agujero financiero que nos espera. Vaya con la sierva de Dios, qué bien promulga eso de amar al prójimo y crear el Reino, sí.
Supongo que cualquiera de vosotros podría añadir mil anécdotas similares. hoy mismo, un camarero volviendo de gira ha hecho mucho más que servirnos la comida, nos ha perdonado la vida. Estoy tan feliz...
Por eso quiero dedicar este post a toda la gente que es capaz de tener siempre una sonrisa. Que nunca te tratan así ni descargan su ira sobre tus hombros, aquellos que no se pelean con el mundo. Gente como la chica donde compro el pan en LLEIDA, que siempre me recibe así, a mí y a todos los que van a comprar, que viene a charlar conmigo y a preguntarme con FANY cada vez que entro a comprar. Hace falta más gente así y menos gente impresentable.
Un saludo, mamones.
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