¿Ya? Que Dios nos coja confesados...

... Pensaba escribir hace días un artículo protestando porque en octubre ya pude ver colocadas las primeras luces de Navidad por las calles de mi querida ciudad. Pero es que, como siempre, la realidad supera la ficción. Una semana solamente más tarde pasé por un Descentro Comercial de LLEIDA decorado al más puro estilo americano. En pleno noviembre ya tenemos el árbol, el Santa Claus y todas las zarandajas varias que nos recuerdan que Dios viene a traernos su mensaje y esas tonterías con las que los cristianos y esa gente rara que hay por el mundo tratan de distraernos de la necesaria fiebre consumista que nos acecha.

Digo yo que para qué quitarlo en enero. Mantengamos al gordito rojiblanco todo el año. Añadamos unos crucifijos y demás señales de luto luctuoso. Pongamos unas calabacitas halloweeneñas, una hoguera para saltar por encima (y a falta de fervor sanjuanista, que las familias puedan acercarse el domingo a asarse las costillas), una bufanda del Barça o del Madrid, por si ganan la Liga, o del Don Benito, por si asciende a la Tercera División extremeña. Pongamos conguitos para los diabéticos, cigarrillos de mentira para los que dejen de fumar, una muñeca hinchable para los violadores que salgan de prisión, y un juego de botes de pintura de color (abajo el racismo) para pintarnos todos como OBAMA, o como HAMILTON, allá cada cuál con sus preferencias.

Pongámoslo todo a mano. Lo importante es celebrar. De paso, ponemos una pizarra, y si alguien sabe qué celebra, que lo explique. Un saludo a todos.