Hoy, ocho meses después, quizá encuentres una botella, en algún lugar de un hotel. Quizá esa botella tenga algún mensaje para ti. Quizá su escritor haya sido gilipollas, tratando de escribir y escribir palabras que pueden resumirse en dos.
Hemos pasado tiempo escribiendo juntos nuestra historia. No todas las palabras han sido bellas. Quisiera borrar unas cuantas. Quisiera no haber dicho otras. Ahora ya no tiene remedio. Sólo espero de aquí en adelante seguir mejorando la letra. Seguir escribiendo palabras que te hagan feliz.
Espero que nunca pierdas las ganas de leerme. Yo nunca perderé las que tengo de escribir.
Te quiero...
y yo...
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