martes, 10 de marzo de 2009

Entre amics y calçots

... Uno pensando en irse a Madrid, en hacerse con un mini piso, en vivir el estrés, el ritmo y el frenesí de la ciudad... Otros se retiran a una masía en mitad del campo (o en uno de sus lados, que campo hay mucho), con aire puro, paz (aburrimiento, dirían los puristas), bichos, aire... El yin y el yan. ¿Mejor? ¿Peor? Distinto, oiga.
Lo bueno es ser un tío como yo, majete, y que cuando alguien decida organizar una calçotada para inagurar su nuevo hogar, pues te invite. Y allí que me fui. Disfraz en ristre (porque la calçotada era temática), y con ganas de pasármelo bien.

La temática de la calçotada fue la religión. Pero no hubo milagros ya que ni los calçots se multiplicaban (más bien desaparecían a velocidad de vértigo), ni los cigarritos de la risaa tuvieron excesivas cualidades milagrosas.
Por cierto, la calçotada se celebró en Catalunya, y en ella se habló... castellano. A pesar de mis intentos por no hacer a todo el mundo cambiar de lengua por mí, todo el mundo me hablaba en la lengua de Cervantes, excepto un indepen con el que hice muy buenas migas y al que me costó convencer para que me hablara en su lengua.
Se ve que todos aquellos que se rasgan las vestiduras cada día porque en Catalunya se discrimina el castellano no suelen acudir a estos eventos. Mejor para ellos, porque se quedarían sin mentiras que contar.

Pero no son horas de hablar de política... que mañana he de viajar. Bona nit.

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